martes, 21 de abril de 2015

Cultura Otomi

NOMBRE


No hay certeza sobre el significado preciso del vocablo otomí. En otomí, otho significa no poseer nada, y mi, establecerse. Estas dos palabras podrían interpretarse como pueblo errante. También se puede considerar que otomí proviene del náhuatl otocac, el que camina, y mitl, flecha; asimismo, se puede derivar de totomitl,flechador de pájaros o aves. Si tomamos en cuenta los distintos significados, el término otomí se puede definir como "cazadores que caminan cargando flechas". En su lengua, los otomíes se autodenominan Hña Hñu, que significa hablantes de otomí o gente otomí.





TRADICIONES

Las fiestas que celebran los otomíes del Estado de México se enmarcan en el calendario religioso católico. Festejan a la Virgen de la Concepción, San Pedro, San Miguel, San Juan, Virgen de Loreto, Santiago Apóstol y otros más. Para llevar a cabo una fiesta, en cada comunidad se forma una comitiva, la cual se encarga de recolectar una cooperación en cada barrio o cuartel. El dinero recolectado se utiliza para la compra de adornos, juegos pirotécnicos, comida y música. Un autor señala que los rituales festivos se convierten en un espacio que permite a los otomíes reencontrarse con los suyos, con sus raíces; les permite, además, reproducir valores tradicionales, así como reafirmar su identidad como integrantes de un grupo social definido. En estos festejos, su participación se debe a un compromiso de fe y a un sentido de cohesión étnica.


UBICACIÓN GEOGRÁFICA





El otomí es un pueblo indígena que habita un territorio discontinuo en el centro de México. Está emparentado lingüísticamente con el resto de los pueblos de habla otomangueana,cuyos antepasados han ocupado la Altiplanicie Mexicana desde varios milenios antes de la era cristiana. Actualmente, los otomíes habitan un territorio fragmentado que va del norte de Guanajuato alsureste de Tlaxcala. Sin embargo, la mayor parte de ellos se concentra en los estados de Hidalgo, México y Querétaro.

los otomíes habitan en 14 de los 121 municipios del Estado de México. En orden de importancia están Toluca, Temoaya, Jiquipilco, Morelos, Otzolotepec, Chapa de Mota, Lerma, Aculco, Amanalco, Huixquilucan, Xonacatlán, Timilpan y Zinacantepec. La mayoría de estos municipios se ubican en dos regiones: la noroeste, Atlacomulco-Timilpan, y la región centro, Toluca-Lerma.

Las características del hábitat de los otomíes son variadas, pues cuenta con valles, bosques y montañas. La planicie más alta es el valle de Toluca, con una altura de 2 683 msnm; al noroeste se encuentran valles como Acambay, Tixmadejé, Plan de San Bartolo y El Pastor. La región es atravesada por el monte de las Cruces, la sierra del Monte Alto y Monte Bajo, así como la sierra de San Andrés Timilpan, y es irrigada por el río Lerma. Los climas predominantes en la región son el templado subhúmedo y frío, las lluvias se presentan en verano y las heladas en invierno.







LENGUA
El idioma otomí es una lengua indígena de México, hablada por un grupo ampliamente conocido como otomí (los indígenas otomíes del Valle del Mezquital también la denominan hñähñú en su propia lengua). El otomí es una lengua mesoamericana y muestra varios de los rasgos característicos del área lingüística mesoamericana. Según la Ley de Derechos Lingüísticos de México, el otomí es reconocido como una lengua nacional, junto a otros sesenta y dos idiomas indígenas y el idioma español. De derecho, tiene la misma validez teórica en el país.1 Por su número de hablantes, el otomí es la séptima lengua indígena más hablada en México



VESTIMENTA



La vestimenta tiene varios componentes; en el caso de las mujeres incluye una blusa bordada con motivos florales o animales se diversos colores.



Tambien se utiliza una faja tejida en un telar rudimentario con hilos de lana de diversos colores.

Y una falda amplia de lana generalmente obscura llamada "NKHJÂDE".



Generalmente las mujeres se peinan con un par de trenzas entrelazadas con un listón.



En el caso de los hombres en la antiguedad el corte del cabello era muy singular.
El peinado de los hombres otomíes era muy típico. Sobre él, Sahagún dice: Cuando son muchachos, se rapan las cabezas, dejando unos pocos cabellos en los colodrillos (núca), que se llama piochtli. Los hombres de edad madura traen el craneo atusado como a sobre peine hasta la media cabeza y lo demás dejan con cabellos largos y llaman piocheque.

 Actuamente el corte es al gusto de la persona pero algunos jovenes y pocos adultos les agrada llevar el cabello de forma semejante a epocas pasadas la justificación es como dicen ellos; "como lo llevaban mis tatarabuelos".



COMIDA TRADICIONAL



conejo, zorrillo, ardilla, rata de campo, serpientes, escamoles (huevas de hormiga) y gusanos de maguey, entre otros.

Entre los 800 platillos que se prepararon en esta feria, algunos de los más demandados fueron la zorra en barbacoa al horno y el armadillo en salsa relleno de escamol y nopal (un tipo de cactus).






La variedad de comida va desde el pipián (una versión del mole) en pepita de calabaza, a la torta de nopal capeado y hasta la flor de sábila (aloe) con camarón.



El Ximbó es un guisado que puede ser elaborado de pollo o carne de cerdo envuelto con pencas de maguey (un cactus) y horneado en un horno subterráneo.

También hubo tamal relleno de conejo cocinado al horno y chicharras (insectos voladores) de corteza de árbol, que envueltas en hoja de aguacate se hornean en salsa de nogal.

Con una temperatura de más de 30 grados centígrados, la ensalada de jicama, pimiento morrón, cebolla y ají voló en esta tierra que huele a penca de maguey y pulque, una bebida alcohólica que se fabrica a partir del jugo fermentado del ágave, con el que también se elabora el tequila.

Es así que conservando su característica de pueblo cazador recolector, los otomíes o hñähñü obtienen sus productos alimentarios recogiendo larvas y hueveras de insectos que parasitan los tallos de los mezquites, las hojas de los magueyes, y los nopales; al ras de la tierra, o bien a través de la captura de pequeños mamíferos, de tal manera que donde aparentemente un ser humano se moría de hambre por falta de comida, en Santiago de Anaya.

En primera instancia está el pulque de aguamiel, alrededor del cual se conservan grandes tradiciones, como darle atole de pulque a la mujer embarazada; otro alimento importante es el quelite por su alto contenido de hierro, y las verdolagas, también las flores de golumbo (maguey) y de garambuyo (cactácea).

Dentro de la gran variedad gastronómica podemos encontrar desde una sencilla ensalada de nopalitos o flores empanizadas, hasta platillos más elaborados como coyote en barbacoa, zorrillo relleno de insectos o consomé de ardilla.
La costumbre de comer platillos que para otros pueden ser exóticos o un tanto inverosímiles, entre los hñähñü es el vínculo con que los se acercan a la familia y los amigos: chinches en salsa, asadas en el comal, fritas en aceite o mezcladas con otros alimentos.

DANZAS MAS REPRESENTATIVAS DE LOS OTOMIES

la danza de Arcos en el municipio de Acambay; “la danza de Vaqueros” en San Jerónimo http://www.cdi.gob.mx 22 PUEBLOS INDÍGENAS DEL MÉXICO CONTEMPORÁNEO Acazulco y Capulhuac, entre otras comunidades; “la de la Pluma”, que se baila en Santa María Rayón, antes Santa María Xonacatlán; “la de los Arrieros”, que rememora las diversas acciones realizadas por los arrieros, cuando esta actividad tenía una importancia estratégica en la región; “la de los Negritos”, que alude a la población que durante la Colonia y el México Independiente trabajaba en las haciendas cañeras y durante la zafra se llenaba de tizne la cara y el cuerpo; “la de los Inditos”, ejecutada por niños y niñas de cuatro a seis años, bajo la promesa que los padres realizaron al santo; “la danza del Tzi Marekú” en Tlaltenanguito, municipio de Temoaya —realizada en un momento importante del ciclo de reproducción social otomí: el matrimonio—, que es precedida de otros bailes otomíes, como “el Casamiento” y “el baile de los Compadres”; la “danza de los Lobitos” en el sur del Valle de Toluca que junto con “la de los Locos”, danzada en Metepec, es de tipo carnavalesco; “la de las Cintas y la de los Arcos”, en Texcatitlán, y “la de Moros y Cristianos”, referida a la evangelización. Debe señalarse que las danzas no existen por separado en sí mismas, sino que son parte, como ya lo indicamos, de la intensa vida ceremonial. Su realización está íntimamente vinculada con la organización de los ciclos festivos y rituales, y requiere de la movilización de una importante red familiar y de compadrazgos. Ejemplo de lo anterior, son las danzas de “Pastoras”, y “la de Concheros” o “danza Azteca-Chichimeca”, las más extendidas no sólo entre los otomíes del Estado de México y de otros estados, como el de Hidalgo y el de Querétaro, sino también entre los mazahuas.





MÚSICA TRADICIONAL DE LOS OTOMIS

Música se encuentran los cantos los cuales uitilizan ritmos en base a las sílabas cantadas, de manera prosódica y de manera griega (pies o número de sílabas), así como la entonación de dichas sílabas. Líricamente utilizan el recurso de la sinalefa y el yambo, y principalmente versos pentasílabos. 






MITOS DE LOS OTOMIS

Los otomíes no se remiten constantemente a la mitología para explicarse las cosas inmediatas, sin embargo los mitos ofrecen en buena medida, los principales referentes a partir de los cuales se entienden las cosas de la vida cotidiana: no es preciso saberse el mito para asumir que lo nocturno es femenino y que el arroyo es peligroso. Los sistemas de creencias se entretejen a partir de ideas, saberes, experiencias, normas, deseos, miedos y sueños. Entre los otomíes contemporáneos el corpus mítico suele ser fragmentario y asumir la forma de anécdotas, refranes, chistes y sueños. No existe una versión mítica que sea la ortodoxa ni mucho menos. No obstante, pese a las notables variaciones y a las diversas formas de narración, podría decirse que algunos elementos son constantes, en especial el papel del Cristo Sol en el inicio del mundo, la aparición de los seres humanos, el don del maíz y el inicio de los cultivos.
El mito de la persecución de Cristo Sol por los diablos, hasta el momento del ascenso del Sol y la caída de los diablos, remite a todo el complejo ideológico ligado con el paso de la era de los gigantes (wma), a la era de los seres humanos. Origen ligado con la destrucción de aquellos moradores antediluvianos que habitaban un mundo obscuro y sin religión, que comían carne cruda y que se comían entre sí, que no conocían el habla y se comunicaban a señas, que no sembraban nada y vivían desperdigados en los montes, que no se acordaban de sus creadores y no ofrendaban nada en retribución (Galinier, 1990: 340-341, 509-510, 548-549); tal es el mundo de aquellos gigantes que se convirtieron en piedra en cuanto ascendió el Sol al firmamento: su carne blanda se endureció para transformarse en roca, transformación litomórfica acompasada por el canto del gallo, el ave solar (Galinier, 1990: 601-602). Antes del diluvio, se dice que las piedras eran ligeras, suaves y fácilmente transportables. Sólo después del desastre, y del ascenso del Cristo Sol, las piedras se volvieron pesadas, y los ancestros gigantes se transformaron en rocas, en acantilados. De su sacrificio, nacieron los seres humanos, nació el mundo de los otomíes, que es el mundo del “costumbre” y la luz solar. Tal es el alcance destructor y creador del diluvio cósmico. En palabras de Jacques Galinier: “El diluvio sigue siendo, para los otomíes, el verdadero punto de ruptura del equilibrio cósmico, del espacio y del tiempo. Su espectro atormenta los espíritus, su perspectiva es evocada con una frecuencia que traduce la intensidad de la sensación de degradación, de desgaste del mundo. Tanto en los mitos como en los episodios rituales, la alusión al diluvio hace referencia a dos tipos de acontecimientos: los fines del mundo anteriores a la época actual, y el que está por venir, muy próximo, cuyas primicias son ya perceptibles”. (Galinier, 1990, 508). Para Galinier es muy claro este sentimiento de degradación progresiva del mundo otomí, de envejecimiento y polución creciente. A grandes rasgos, “el diluvio fundamental, el que puso fin a la existencia de los ‘gigantes’, estuvo marcado por la inundación del universo. Después de que las aguas se hubieron retirado, emergieron los cerros, y luego surgió la humanidad actual” (Galinier, 1990, 508). Antes del diluvio pues, el mundo vivía en la oscuridad. De esta forma, el elemento acuático está relacionado tanto con los orígenes como con los fines: el agua acabó con el mundo inundándolo, y es justamente de las grandes aguas, del centro del mar, “Xúmfø däh Déhe” el “mar grande”, de donde salió el Sol, frío y mojado hasta alcanzar su altura y potencia máximas, para calentar y endurecer el mundo. De ahí que el agua esté relacionada con el inframundo. Cuando los otomíes se refieren a Xúmfø däh Déhe, evocan al “Agua de abajo”, de donde sale el sol: según nos dicen, “es el mar, ahí apareció Dios, en medio del agua, entre las cuatro esquinas del mundo”. Desde ahí el Santo niño “enseñó el camino a los pozos”. Al respecto, Galinier enfatiza así el nexo simbólico existente entre las aguas subterráneas con el líquido amniótico, oscuro origen de todos los seres humanos, y al cual finalmente regresaremos.





LEYENDA DE LOS OTOMIS

LA SIRENA DE SAN MIGUEL AMEYALCO: Desde hace muchos años se cuenta la leyenda de la sirena de san miguel ameyalco las personas comentan que se la contaban sus familiares mayores esta dice que había dos manantiales uno que pertenecía a una sirena y el otro pertenecía a él un sereno.
Se narra que tiempo después la sirena se murió y el serenó quedo desauseado así que con esto el buscaba a la dueña del lago.
Un día una chica vestida de novia antes de casarse fue a lavarse las manos a ese manantial y quedo encantada desde ese momento se comenta que aparecía una tinajita en la cual había monedas y objetos de oro como aretes y collares y listones de muchos colores y cada que una persona sea cercaba en especial si era mujer, la tinajita se empezaba a acercar a ella que era como si la tinajita los llamara asía hasta donde se encontraba y que si una persona agarraba la tinajita se quedaba encantada en el lugar de la novia todo el pueblo rumoraba que no se acercaran a los manantiales por miedo a que la leyenda fuera realidad.
En la actualidad están ya secos los manantiales pero con el tiempo se crearon unos cocodrilos de piedra los cuales se rumoran que son el sireno y la sirena.




NUMERO DE HABLANTES.

Cultura     total       hombres       mujeres          ceso de población 2010
Otomí   284,992     137,779         147,213


VIVIENDA


La vivienda original otomí ha cambiado constantemente. Los materiales tradicionales como el adobe, el tejamanil y la madera, han sido sustituidos por materiales más modernos. Actualmente las viviendas son de dos o tres cuartos, cocina y sala comedor; las paredes están construidas con tabique o tabicón, los techos son planos y de concreto y las puertas y ventanas son de fierro. La mayor parte de las viviendas cuenta con su cocina tradicional que conserva el "fogón" colocado en el suelo, que es un espacio pequeño en forma circular rodeado de cuatro o cinco piedras. La distribución del espacio en el cual están construidas las viviendas otomíes se divide en casa-habitación, cocina tradicional, patio, huerto familiar, granero o zincolote, donde se guarda el maíz, y corrales para animales de traspatio.




FORMA DE GOBIERNO

Las comunidades otomíes están divididas en cuarteles o barrios. En cada uno de éstos hay un representante, que es elegido por el delegado municipal y el pueblo. Este representante tiene la función de servir como intermediario entre su comunidad y los representantes del gobierno municipal. Los otomíes conservan la mayoría de los cargos religiosos tradicionales, como son los mayordomos y fiscales, aunque hoy día la elección es voluntaria. El trabajo comunitario, conocido como "faena", todavía perdura entre las comunidades de esta población indígena.
La organización política de los pueblos otomíes se centra en torno al ayuntamiento constitucional.



INFRAESTRUCTURA
Por su ubicación geográfica, cercana a la capital del país, esta zona se ha visto favorecida con el mejoramiento y modernización de sus vías de comunicación y transporte. Al norte del estado destaca la carretera federal que parte del Distrito Federal y pasa por Toluca, con destino al estado de Querétaro; esta carretera atraviesa la región noroeste, en la que se asienta la mayor parte de la población otomí. El estado cuenta con vías férreas importantes, transportación terrestre diversa y un aeropuerto, que se ubica en la capital del estado.
En las cabeceras municipales hay servicio de energía eléctrica, casetas telefónicas, telegráficas y de correos, estaciones de radio, parques y centros deportivos. En las localidades donde habitan otomíes, los servicios públicos básicos como agua potable, energía eléctrica y drenaje son deficientes.
En cuanto a servicios educativos, algunas poblaciones indígenas cuentan con primaria y secundaria; para tener acceso a la educación media, los estudiantes se trasladan a las cabeceras municipales, y a la capital del estado, para el caso de la educación superior.
En esta región, diversas instituciones ofrecen servicios de atención a la salud, entre otras, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), la Secretaría de Salud y el Instituto de Seguridad Social al Servicio de los Trabajadores del Estado (ISSSTE). Este servicio se proporciona en las cabeceras municipales y sólo en algunas localidades rurales.
En los municipios mexiquenses de Acambay, Aculco, Chapa de Mota, Huixquilucan, Jiquipilco, Lerma, Morelos, Otzolotepec, Temoaya, Timilpan, Xonacatlán y Zinacantepec se concentran la mayor parte de los hablantes de otomí.













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